From: El Economista / León A. Martínez / 23 de octubre de 2017, 02:39
China, hasta hace unos años el paria energético del mundo por negarse a reducir su consumo de combustibles fósiles, es el país más atractivo para invertir en energías limpias. Estados Unidos pasa a la posición 3, gracias a la política energética de Donald Trump que va contra la tendencia mundial al privilegiar los combustibles fósiles.
China es el país más atractivo para la inversión en energías renovables, según consta en el estudio de EY Global “Renewable Energy Country Attractiveness Index” 2017. Hasta hace un par de años, el gigante asiático era considerado el paria del consumo energético, dando evasivas en los foros ambientalistas internacionales que buscaban comprometerlo a reducir su consumo de combustibles fósiles, teniendo en Estados Unidos a uno de sus más firmes detractores. Los roles han cambiado. La decisión de la administración de Donald Trump de impulsar a las industrias relacionadas con los combustibles fósiles —que revierte la política energética encaminada a las energías renovables del gobierno de Barack Obama—, sumado a la salida del Acuerdo de París sobre el cambio climático, desplazó a Estados Unidos a la posición tres del ranking, luego de ocupar la posición 1 en la edición pasada.
EY Global refiere que es tal la influencia de su estudio sobre energías renovables —que realiza desde el 2013—, que en el 2010 el ranking cuando China lo encabezó por vez primera, desplazó a Estados Unidos del primer lugar, movimiento que motivó al Senado estadounidense a realizar una audiencia para revisar su política energética. Este año se presume como poco probable que el aparato gubernamental federal de Estados Unidos se escandalice, aún cuando se vio rebasado también por India, debido a que el presidente Donald Trump decidió ir contra la tendencia mundial de privilegiar las energías limpias, y en cambio favorecer a la industria petrolera estadounidense.
El estudio analiza factores tales como si las políticas de los países sobre la materia son favorables, si existen incentivos fiscales, evalúa la seguridad para las inversiones, la disponibilidad de recursos naturales y la estabilidad de la macroeconomía, entre otros, para generar el ranking.
Chile encabeza a los países de América Latina en el ranking, con la posición 8 global. México le sigue en la posición 9. En el ranking del 2016, Chile ocupó la cuarta posición global. Cayó cinco lugares en este año debido, según indica el estudio, por la baja en nuevas inversiones. México apenas aumentó su inversión en energías renovables este año. La inversión del 2017 alcanzó hasta el tercer trimestre los 2,800 millones de dólares, que en el comparativo interanual supera por escaso margen a lo invertido en el 2016, según datos de Bloomberg. No obstante, el margen intertrimestral es 84% mayor este año. El anuncio en agosto pasado de la compañía española Acciona de la inversión de 600 millones de dólares en la construcción del mayor parque eólico en México impulsó la inversión del tercer trimestre del 2017. El parque será construido en Reynosa, Tamaulipas, y tendrá una capacidad de generación de 424 megawatts.
En México, la inversión extranjera directa en energías renovables la encabezan empresas españolas, seguidas de las estadounidenses y las alemanas, de acuerdo con datos de la Secretaría de Energía. Las subastas eléctricas de la CFE han incrementado la inversión y la capacidad de generación en energías limpias en el país. Hasta antes de la reforma energética, los generadores particulares de electricidad no podía vender sus excedentes. Tras las modificaciones constitucionales, se contempla el modelo de Generación Distribuida, se habilita una red de distribución en la que particulares podrán vender sus excedentes a otros particulares a precios fijados por el regulador.
Los cambios constitucionales en la materia siguen la tendencia mundial. El estudio de EY Global destaca que el sector de la generación y distribución de la energía eléctrica está experimentando un progresivo cambio de modelo a nivel global. La baja de los costos y el aumento de eficiencia en generadores de turbina, paneles solares y en baterías para el almacenamiento de energía han empujado a cambiar el paradigma de grandes empresas encargadas de la generación y distribución eléctrica por el de redes locales donde son los mismos consumidores quienes generan la energía y venden sus excedentes o los depositan en bancos de almacenamiento provistos por compañías, todo gestionado con ayuda de software y apps que analizan la data para, luego de ser analizada, eficientar la distribución energética.
Las reducciones de costos ayudará a impulsar la inversión y la penetración más rápida de las energías renovables. Las proyecciones del estudio indican que para el año 2040, las energías renovables representarán 48% de la capacidad instalada y 34% de la generación mundial de electricidad, impulsadas por la electrificación del transporte, que acelera rápidamente, y con la baja de precio de los vehículos eléctricos que pronto estará por debajo de los autos de combustión interna.
No sólo el modelo de la industria ha cambiado en los últimos años; los consumidores también han modificado sus hábitos de uso energético. El estudio de la firma de servicios profesionales cita datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés), que indican que desde el 2010 hasta el 2016 el consumo revirtió una tendencia sostenida a la alza de las dos décadas previas, presentando una disminución de 3% en la demanda por vivienda, y de 7% en la de consumo por persona. La razón ofrecida para este cambio es la digitalización del sistema eléctrico, que por medio de contadores inteligentes y redes digitales las personas cuentan con información sobre sus hábitos de consumo, así como la forma de cambiarlos para hacer un uso más racional de la energía eléctrica.
El cambio de paradigmas en la industria eléctrica también tendrá impactos negativos, concretamente en el sector laboral. El estudio de EY Global analiza y advierte sobre esta situación; refiere que la energía renovable crea más puestos de trabajo durante la fabricación y la construcción de la infraestructura necesaria, pero menos que la generación convencional durante la operación, pues la maquinaria es más eficiente y se encuentra gestionada mayormente por sistemas automatizados. No obstante, el cambio de modelo generará empleo en otras áreas, como el del almacenamiento de energía y la instalación y el mantenimiento de las nuevas microrredes de distribución de energía residencial, al tiempo que significarán nuevos ingresos fiscales para los gobiernos y abrirá oportunidades para los inversionistas.
En cuanto al giro en la política energética de Estados Unidos, el estudio es optimista en su análisis. Es poco probable que la reforma fiscal propuesta por Trump afecte significativamente las subvenciones y estímulos a la inversión de las energías renovables. Los legisladores republicanos y demócratas han mostrado su apoyo a la ley promovida por la administración Obama en la materia, reduciendo la posibilidad de la eliminación o reducción drástica en los incentivos. Por otro lado, el sector ve en los gobiernos estatales su reducto de protección en un escenario en el que Trump logre pasar sus iniciativas sin cambios a nivel federal.
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